miércoles, 8 de octubre de 2008

Voces como aullidos


El pasado domingo “La 2” emitió un reportaje nocturno titulado “Voces contra la globalización”. Ya es triste que un espacio se presente diciendo que va contra algo o alguien, pero así están en TVE.

Según los padres de la criatura, su objetivo era “dar voz a quienes cuestionan la globalización”. ¡Cómo si hiciera falta! Para conocer el ideario de los antiglobalización sólo hace falta ver los informativos sección disturbios, y no documentales que se dedican a resucitar muertos (ideológicos, se entiende). Gentes como Galeano, Pérez Esquivel o Saramago en plan ensayo sobre la ceguera, que es lo suyo. Todos ellos viejos y declarados enemigos de la libertad y la democracia. Eso por no citar al ilustre obispo Casaldàliga. Ya se ve que la Teología de laLiberación desgasta mucho y alimenta poco. En fin, que Dios lo mantenga emérito muchos años.

En contra de lo anunciado, el programa no afrontó el tema “desde muchos puntos de vista”. Se limitó –como era previsible– al discurso izquierdista versión Stalin: abominar de EE.UU., criticar las privatizaciones de empresas y defender al Estado, aunque éste haya demostrado de sobra que sabe defenderse (y atacar) él solo. Estado que según los ¿intelectuales? de izquierda es la solución a todas las injusticias. Menos sociedad y más Estado, menos libertad y más impuestos. Para ellos menos es más, por eso quieren un Poder absoluto que nos diga qué pensar, qué decir, qué condenar. Más o menos como en Cuba o Corea del Norte, cárceles comunistas de las que nadie se acordó en todo el reportaje. ¡Si Orwell levantara la cabeza!

En el desfile de ocurrencias tuvo sus minutitos de gloria el ex agricultor José Bové (que ahora vive del cuento y no de la azada), Ignacio Ramonet –biógrafo autorizado de Fidel Castro– y también ese referente del pensamiento occidental que es Manu Chao, cantante. Ahí se acabó todo. Rectifico. Se acabó con la vicepresidenta de ATTAC animando al personal a enrolarse en los salvajes movimientos antiglobalización. Los mismos que arrasaron Seattle y Génova y que, cual plaga bíblica, se desplazan por el ancho mundo destrozando comercios, parques, cabinas telefónicas y, en general, cualquier cosa que tenga utilidad y haya sido pagado por los ciudadanos.

Perdón, quise decir “el Pueblo”. A este grupo de agitadores se les llena la boca con el Pueblo. “El Pueblo exige”, “el Pueblo quiere”, el Pueblo por aquí y el Pueblo por allá. Ahora bien, si usted tiene una hipoteca o acciones en la Bolsa… ¡Amigo mío! Entonces usted no es parte del Pueblo. Aunque se levante a las 6 de la mañana para trabajar honradamente usted es un explotador, un especulador, el causante de la pobreza mundial y, como se descuide, el asesino de Kennedy y Manolete (por este orden).


Hoy me he enterado de que “Voces” es una serie y amenaza con más capítulos. En ellos nos sacarán de nuestra ignorancia. Su bondad es tal que, cual maestros y camaradas, abordarán el multiculturalismo, el calentamiento global, la industria del miedo (¿perdón?), los pecados de España en la conquista de América y el neoliberalismo (¡cantó la gallina!). El delirio populista de Chávez ni mentarlo. De China, claro, ni una palabra y de las dictaduras islamistas ni acordarse no sea que vengan con sus bombas y turbantes. Con el Real Madrid y su calamitosa defensa no se han atrevido. Por algo será.

Ellos dicen que otro mundo es posible. ¿Qué mundo? ¿El de Bin Laden? ¿Los No Alineados? ¿La Tricontinental? ¿El Komintern? Si usted quiere saberlo lea a Horacio Vázquez-Rial y su indispensable “La izquierda reaccionaria” (Ediciones B, 2003). Saldrá de dudas.

Yo no sé qué le habremos hecho para que nos torturen con estos panfletos moscovitas en los que las voces humanas se transforman en aullidos. El hombre es un lobo para hombre. O eso quieren que creamos. Al tiempo.

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