miércoles, 30 de marzo de 2011

Fe, Realidad y Fin de Semana

El próximo viernes, 1 de abril, comienza en la Casa de Campo el EncuentroMadrid2011, organizado por Comunión y Liberación*, movimiento eclesial fundado por Luigi Guissani

El acto inaugural de esa octava edición será mañana jueves 31 con la conferencia Reinventar el Estado del Bienestar y contará como ponente principal con el filósofo británico Phillip Blond, director del Think Tank ResPublica, y autor de Red Tory, libro publicado en 2010 que explora el hundimiento ideológico los partidos políticos británicos y propone alternativas que superen la  (phillip.blond@respublica.org.uk).

Sin duda un interesantísimo comienzo para un encuentro muy sugerente en el que habrá exposiciones, debates, conciertos, teatro y hasta zona infantil. José Luis Restán lo explica con acierto en paginasdigital.es

*CyL está comprometido en la misión de la Iglesia católica en la sociedad contemporánea, especialmente en el mundo de la cultura. Fruto de esa compromiso nace este encuentro, titulado "Inteligencia de la fe, inteligencia de la realidad", afortunada expresión de BXVI que invita a la presencia activa de personas de toda índole para crear una humanidad distinta en todos los campos de la vida social (escuela y universidad, trabajo y empresa,  política y compromiso en las instituciones).

viernes, 25 de marzo de 2011

Cara y cruz de los dragones

Un buen amigo (que ya no sé si lo es tanto) me sugiere que escriba sobre las virtudes y defectos de la inevitable Encontrarás dragones, que se estrena hoy en toda España. 

Vaya por delante que he visto la película dos veces (en un pase para prensa y en la premier del pasado miércoles en el Cine Capitol de Madrid) y que no soy objetivo porque uno de los productores (Nacho Núñez) es buen amigo mío  y porque Joffé es el director de La Misión, una de las dos películas que más me ha marcado. En cualquier caso, ahí va.


DEFECTOS

A) Entre los defectos formales uno es evidente: la pobre caracterización de Manolo Torres anciano (Wes Bentley). Sinceramente, parece una máscara de carnaval. Otros son: 1) plantar una catedral gótica en Madrid; 2) la ikurriña misteriosa que cuelga de un balcón durante la batalla, 3) el personaje judío interpretado por Derek Jacobi (¿qué hacía un judío en Huesca en la década de 1910? ¿por qué reaparece en Madrid?), 4) ciertas escenas de folletín al describir a los milicianos y 5) ver a los anarquistas cantar La Internacional cuando desde 1919 (Tercera Internacional) era el himno de la URSS y, por tanto, se identificaba con los comunistas, tan enemigos suyos como los fascistas. Quizá si entonaran "A las barricadas" sería más creíble. Si mi tío abuelo Juan (CNT) levanta la cabeza, prende fuego al cine.

Otros detalles pueden ser criticados, aunque son más opinables, como el aire mexicano que tiene Barbastro al comienzo de la película, o la ingenuidad del líder anarquista, Oriol, que sabe que tiene un traidor en sus filas y, en vez de buscarlo, se dedica a la Kurylenko (Olga) en alma y, sobre todo, cuerpo. Comprensible es, pero poco creíble.

B) Sobre las cuestiones de fondo, hay alguna que chirría. Por ejemplo, atribuir a los obispos, en general, unos piadosos llamamientos a la paz cuando la famosa Circular Colectiva de 1937 era una exaltación del bando rebelde liderado por Franco.

Sin embargo, lo que más choca es el esquematismo del personaje de Josemaría Escrivá adulto, así como sus maneras suaves, dulzonas incluso, que no cuadran con los testimonios históricos sobre su figura. Por ejemplo, el de Hugo de Azevedo, primer sacerdote numerario portugués y autor de la biografía Uma luz no mundo (1988), que asegura: "Era todo un carácter. Si tenía que corregir lo hacía, sin dilaciones, alzando incluso la voz. Pero  humanamente era muy atractivo por su fuerza, por su madera de líder, que al final era madera de santo".


Por último, dos palabras sobre el guión. En absoluto es un mal guión, pero la insistencia promocional en crear un paralelismo con La Misión (lógico desde el punto de vista comercial), resta  fuerza a la historia escrita por Joffé, que pierde por goleada si se le compara con el que escribió Robert Bolt (ganador de dos oscars por Doctor Zhivago y Un hombre para la eternidad). Entre ambas películas media, en mi opinión, un abismo... abismo no compartido por Roland Joffé, que asegura que Dragones es mejor película. Si el lo dice...

VIRTUDES

Están recogidas con detalle en las decenas de artículos que flotan en la red, en especial los de  ACEPRENSA y las entrevistas de ZENIT. 

Sus virtudes más evidentes son: 1) la visión ecuánime de la Guerra Civil española, que supera el maniqueísmo tradicional de republicanos=buenos y nacionales=malos; 2) la dirección de actores, que está en linea con las mejores películas de Joffé (brilla Charlie Cox en su papel de Josemaría Escrivá como brilla también en Downtown Abbey); 3) la banda sonora, que está muy trabajada y 4) sobre todo, la coherencia interna de la historia pese a ciertas licencias al "realismo mágico" (o quizá "angelical", si es que se puede violar a los ángeles, asunto que está por ver).

Las mejores escenas de la película son la discusión de Pedro Casciaro y Juan Jiménez Vargas con Josemaría Escrivá de árbitro y la deliciosa conversación con el obispo para explicarle qué era el Opus Dei. Ahora bien, el clímax artístico está en dos momentos: la "extremaunción" al moribundo del hospital y la llegada a Andorra de los fugitivos bajo la atenta mirada del francotirador y las dudas de Manolo Torres que, cual Hamlet, no se decide a autorizar el disparo asesino.



EN SÍNTESIS

Joffé nos presenta una buena película, capaz de emocionar y hacer pensar. Una historia que  nos muestra enfrentamientos ideológicos y distintas respuestas ante ellos, que se acerca al cristianismo con respeto, pero sin ocultar las pasiones homicidas de los que -también en nombre de la religión- hicieron una guerra.

Como en los viejos mapas, Joffé nos pide que nos salgamos de los territorios familiares y que nos atrevamos a explorar mares desconocidos donde habitan nuestros dragones: cómo respondemos al odio y al rechazo, o al deseo de venganza y justicia. Dilemas que aumentan en tiempo de guerra, momentos de inflexión en nuestras vidas en los que afrontamos opciones decisivas. Opciones que afectarán a nuestro futuro. 

Me parece que voy a tener que ir a verla por tercera vez.

viernes, 18 de marzo de 2011

Razones para vivir

jueves, 17 de marzo de 2011

Maravillas visuales

Y cinematográficas. Y musicales... Autor: Ian Albinson, fundador y editor jefe de Art of the Title



viernes, 11 de marzo de 2011

El Pilar de Goya

Este cuadro de Goya titulado El apóstol Santiago y sus discípulos adorando a la Virgen del Pilar, me ha recordado a una vieja historia.

Confieso que no conocía el lienzo, aunque el sordo de Burdeos es uno de mis pintores de cabecera. Más por los Caprichos y los Disparates que por los Desastres, tan brutales. Pero esta reunión de Goya y Santiago el Mayor en el Pilar es otra cosa. Diferente, luminoso. Muy italiano. 
  
                              *        *       *

Caridad y Ramón esperaban su tercer hijo, al que iban a llamar Santiago. Las cosas iban bien hasta que empezaron a ir mal. Tan mal que perdieron el niño. Era octubre y en esos días el padre estaba de camino. De Camino a Santiago con un grupo de alumnos y algún amigo. 


La mala noticia le pilló en plena subida a la Cruz de Fierro, cerca de Foncebadón. Era 12 octubre, eso no lo ha olvidado, fiesta de la Virgen del Pilar. Quizá como la imaginó Goya. Probablemente no. Importa poco.

A su lado caminaba un buen amigo, que curiosamente iba a ser el padrino del pequeño Santiago. "Cari ha abortado", le dijo con los ojos. El silencio era atronador. Ochoa, el compadre que ya no iba a serlo, le puso el brazo por encima del hombro. Cristiano viejo y peregrino, que viene a ser lo mismo, le susurró unas palabras de consuelo sin dejar de mirar al frente, sin dejar de caminar: "Se le ha aparecido la Pilarica. Igual que al Apóstol". 

Benditos los mansos porque ellos heredarán la tierra.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Propósitos cenicientos

Con humilde determinación me uno 
a los propósitos cenicientos (algunos)
de ese gran poeta llamado 
Enrique García-Máiquez  
y que publica hoy Diario de Sevilla

Soy un especialista en buenos propósitos. Por tanto, el Miércoles de Ceniza es uno de los días estrella de mi calendario. Lo veo venir de lejos -lo anuncian los pitos del Carnaval-, y doy un hondo suspiro de alivio. Lleva uno meses y meses cuesta abajo, vertiginosamente, y más abajo, abandonándose, hasta que llega la Cuaresma para que, por fin, uno toque fondo y muerda bien el polvo (eres) y dé, de golpe, con su cabeza en la ceniza. Menos mal.

Inauguramos un período de penitencias y mortificaciones que falta nos hace, o me hace, no quisiera generalizar. Los cuarenta días de ayuno me los pide el cuerpo -no hay más que verlo- a gritos. Ojalá el tiempo litúrgico me metiese en cintura. Además de los grandes beneficios morales del ayuno, contrastados por milenios de experiencia vetero y neotestamentaria, están los dietéticos. Y, de postre, los gastronómicos: la mejor salsa del mundo, um, es el hambre. En mi biblioteca y en mi agenda un poco de esforzado orden tampoco me vendría mal: a ver si me disciplino. Dejaré también de mirar incesantemente el contador de visitas de mi blog. Ganaré bastante tiempo y algo de humildad y, de paso, mi vanidad no sufrirá como hasta ahora, que nunca me visitan, nunca, lo que yo deseo. Volveré a escuchar, he decidido en un rapto de heroísmo, las declaraciones del Gobierno. Últimamente sólo escribo artículos literarios y costumbristas, aburrido como me tienen nuestros líderes. Aprovecharemos la Cuaresma, ustedes y yo, para echarles un poco de cuenta y ganar en reciedumbre y santa paciencia. También haré algo de deporte (esto es un propósito, eh, no una promesa). Sonreiré más al prójimo. Seré más puntual, si llego. Más servicial. Más de todo. Etcétera.
Si alguno de esos atentos ateos o agnósticos seguros de sí mismos o laicos del montón que -misterios de la Providencia- me leen ha llegado hasta este párrafo (Dios se lo pague), me dará un buen golpe de pecho, exclamando con su acostumbrada indignación: "¡Pero, hombre, esos propósitos nos los hacemos todos sin tantas liturgias!, y además vamos al gimnasio". Yo me alegro por ellos. No les niego que sacrificarse sea algo común y, sobre todo, irremediable. Algunos comodones, sin embargo, necesitamos un empujón sobrenatural para hacer lo más natural del mundo, y la Iglesia se adapta a nuestra condición como un guante. O a los ciclos de la naturaleza, esto es, al hermoso resurgir inesperado de cada primavera. O a los ritos precristianos. Lo que ustedes decidan me parece bien. O regular, pero no diré ni pío. Otro de mis firmes propósitos es no discutir en estos cuarenta días con sus cuarenta noches.

lunes, 7 de marzo de 2011

Otro Tomás Moro

Con toda seguridad los obispos de Pakistán solicitarán a la Santa Sede la declaración de mártir del ministro católico Shahbaz Bhatti, asesinado el pasado 3 de marzo por terroristas islamistas en Pakistán. 

Consideran que Bhatti, que era ministro para las Minorías y el diálogo interreligioso, dio su vida por la fe y fue asesinado por su testimonio personal y político.

Ayer domingo Benedicto XVI pidió en la Plaza de San Pedro, ante 50.000 fieles, que los católicos sigan trabajando por la libertad religiosa, el ecumenismo y la defensa de los valores cristanos, especialmente en el mundo de la política. 

Sus palabras son especialmente importantes en este caso, ya que Bhatti visitó al papa en Roma el pasado septiembre. Hoy mismo, sin embargo, fanáticos musulmanes han quemado en Pakistán fotografías de Bhatti y Benedicto XVI, a los que consideran blasfemos. 

En el video anexo se comprueba cómo Bhatti era plenamente consciente de la condena pública (fetwa) de asesinato que los terroristas habían lanzado contra él. Y la asumió. 

No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

jueves, 3 de marzo de 2011

Cuba insomne (pasado meridiano)

Hace medio siglo Fidel Castro ya había superado a su padre. Si el gallego Ángél Castro era el mayoral de Birán, Fidel era el señor de Cuba. Un señor sin señorío, hecho más bien de plomo y piedra. 

Por entonces, 1961, los cubanos ya sabían que otros cubanos querían invadir la Isla. Hasta ese momento todos temían que los americanos invadieran La Habana o, incluso, que cubanos invadieran Miami, aunque fuera en paz y con lágrimas, las manos vacías en plena fuga hacia delante. Pero que cubanos invadieran Cuba era puro surrealismo caribe, que se parece poco -casi nada- al otro, al sur-realismo socialista que se le había metido en la cabeza al compañero Fidel, intoxicado por los rublos soviéticos, que alimentaban mucho más que las ideas de Lenin o incluso de Stalin (si las hubiera o hubiese), ese perito en purgas.


En esas andaban cuando el comandante se puso lírico y ordenó que alguien filmara el patriotismo cubano, el de los miles (¡millones!) de habaneros y matanceros y pinareños y camagüeyanos y santaclareños prestos al combate contra el enemigo yanqui. Se olvidaron de los orientales, que aman las armas y saben usarlas, y por eso salió lo que salió.

Orlando Jiménez Leal
Lo que salió fue una "peliculita" de 13' (lagarto, lagarto; mal fario y gatos negros) dirigida por Orlando Jiménez y Sabá Cabrera, hermano del ínclito Caín (Cabrera Infante, Guillermo, director de Lunes de Revolución, avant-garde iconoclasta, clausurada pocos meses más tarde). La cinta se tituló PM (Pasado Meridiano) y es un maravilloso corto que los amigos de las etiquetas encuadraron en el Free Cinema, cruel ironía para una película que fue censurada de inmediato. El documental no tiene guión ni estructura, pero capta con una potencia desconocida la vida nocturna de La Habana, capital de todos los placeres.

Comienza con la llegada del transbordador de Regla, una lanchita que cruzaba (y cruza) la bahía. Salida: cerca del Santuario. Llegada: alrededores de los Almacenes San José. Noche cerrada y unas luces mortecinas que perlan el muelle. El botero parece asturiano, camisa a cuadros y boina. Poco a poco bajan los pasajeros, seres ávidos de ron (Bacardí), música y sexo. En este orden o cualquier otro. Son negros y son blancos, viejos y jóvenes, ebrios o serenos. Beben, y bailan, y fuman. También discuten. Algunos conversan, quizá de política, probablemente no. "Chico, no jodas. Nos vamos pa'l carajo con este oriental". Otros se abrazan, se rozan, se convidan. Con luz propia brilla una negra con vestido blanco y Hatuey de la mano, antecedente caníbal de la Estrella de Tres tristes tigres. "¡Ay! mira como bailo yo". La gozadera flota en el aire con un espíritu añejo y alcohólico, aunque sea diciembre y Fidel haya mandado parar. Nadie le hace caso. No hay preparativos. Ni Patria ni Muerte, valga la redundancia.

La cámara de Orlando viaja por el útero nocturno de La Habana. Caliente, aunque menos. Rumba Chori, La Sirena. El asfalto y la mar que azota El Malecón. Los músicos improvisan sus descargas y el vapor etílico sale a la calle. "Esto es Cuba, señores". Fidel dice no, no y no. "Hay que acabar con esta degeneración. El Hombre Nuevo. Quiero que el pueblo vea al Hombre Nuevo socialista". Pero de eso no había en Cuba, menos aún en La Habana. Todo lo más el Argentino Nuevo, Che Guevara, dispuesto a morir (y matar) por la Revolución. Para eso vino de fuera. A matar cubanos.

Silba el negro y arranca del timbal su alma africana. ¡Ay, mi china ! Más alcohol y sandwichitos, jamón y queso para todos. Eso sí que es un revolución. Pasa la guagua repleta de insomnes, exiliados de sí mismos, camino de otros garitos o puede que de sus camas. Sube la música, canta la parroquia, una pelea breve de gallos que se encrespan y lucen espolones mientras el cocinero bate un huevo ante los ojos hambrientos de un niño. Un blanquito de bigote fino maraquea para una vieja flaca, hija de esclavos. Doña Conciencia de Clase no aparece. Ni está ni se la espera, tan estirada y seca, tan comunista, tan verde olivo.

Los cuerpos giran y las caderas son las únicas revolucionarias, si acaso con los hombros que se cimbrean pa'lante y pa'trás. "¡Ay! mira como bailo yo". Sonríe una trigueña preciosa de cintura estrecha y pechos breves y la cámara viaja de nuevo rumbo a la madrugada, entre baquetas y humo de tabacón. Rostros ajados, cuerpos molidos. Vuelve la lanchita a zarpar al grito del asturiano con boina: "¡Para Regla! ¡Para Regla!".  

This is the End, my only friend. 
The End.
Después, el apocalipsis.  NOW.
And THEN.

En 1961 la vida en Cuba aún daba palmas y reía. Por eso llegó el comandante y mandó parar. "¿Por qué todos esos negros no nos apoyan?", preguntó Fidel. La respuesta la cantaban en los Carnavales, Santiago de Cuba, 1958: "Los blancos pa' la loma. Los negros pa' la conga". Eso sí que era una conducta impropia.

Por eso el régimen disparó contra la cultura. Por eso Fidel antes de hablar puso su pistola sobre la mesa como el que pone los cojones, argumento testicular, tan español y por tanto tan cubano, y perpetró su discurso. El único que tiene: "Dentro de la Revolución: todo; contra la Revolución ningún derecho ". Cual Rey Sol: la Revolución soy yo.

Por eso PM fue prohibida. Era demasiado real, demasido vital, demasiado cubana.

Por eso llegó el comandante y mandó parar. Hasta hoy.