Este cuadro de Goya titulado El apóstol Santiago y sus discípulos adorando a la Virgen del Pilar, me ha recordado a una vieja historia.
Confieso que no conocía el lienzo, aunque el sordo de Burdeos es uno de mis pintores de cabecera. Más por los Caprichos y los Disparates que por los Desastres, tan brutales. Pero esta reunión de Goya y Santiago el Mayor en el Pilar es otra cosa. Diferente, luminoso. Muy italiano.
* * *
Caridad y Ramón esperaban su tercer hijo, al que iban a llamar Santiago. Las cosas iban bien hasta que empezaron a ir mal. Tan mal que perdieron el niño. Era octubre y en esos días el padre estaba de camino. De Camino a Santiago con un grupo de alumnos y algún amigo.
La mala noticia le pilló en plena subida a la Cruz de Fierro, cerca de Foncebadón. Era 12 octubre, eso no lo ha olvidado, fiesta de la Virgen del Pilar. Quizá como la imaginó Goya. Probablemente no. Importa poco.
A su lado caminaba un buen amigo, que curiosamente iba a ser el padrino del pequeño Santiago. "Cari ha abortado", le dijo con los ojos. El silencio era atronador. Ochoa, el compadre que ya no iba a serlo, le puso el brazo por encima del hombro. Cristiano viejo y peregrino, que viene a ser lo mismo, le susurró unas palabras de consuelo sin dejar de mirar al frente, sin dejar de caminar: "Se le ha aparecido la Pilarica. Igual que al Apóstol".
Benditos los mansos porque ellos heredarán la tierra.
1 comentario:
Buena historia.Todavía más para el primer viernes de cuaresma. Grande para un zaragozano, como yo. Un pero: ¿Por qué ese empeño por llamar a la Virgen del Pilar "la Pilarica"?
Un saludo,
José Antonio
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