viernes, 29 de julio de 2011

Elecciones Generalísimas

Ya está. Cantó la gallina. Tendremos elecciones anticipadas el 20 de noviembre, fecha que en España es recordada por ser el aniversario del fallecimiento (en la cama) del general y dictador Francisco Franco. Más conocido en su tiempo como "el Generalísimo".

Con esta decisión el PSOE marca una de sus líneas estratégicas para la campaña: asociar a su rival, el PP, a la extrema derecha y a la dictadura. A la matanza de Oslo. Al miedo. Es la vieja muleta socialista: "Contra Franco vivíamos mejor".

Hace apenas dos meses el presidente del Gobierno de España negó por primera vez que pensara adelantar las Elecciones Generales. Después lo hizo muchas veces más. Hoy, sin embargo, ha anunciado que los comicios no serán en marzo de 2012, sino en noviembre de este año. Sin rubor.

"Tengo la decisión tomada y meditada desde hace tiempo", ha dicho. Por ese orden. Es decir, primero lo decide y luego lo medita. Así es Zapatero. Todo con una sonrisa inexplicable. 

Son los últimos minutos de gloria del peor presidente de la democracia española. Y mira que los ha habido malos, tercos, mentirosos y corruptos.

martes, 26 de julio de 2011

Hijo del dios Pan

Fernando Arrabal es un genio. Uno de los pocos que está vivo. Un filósofo, un dramaturgo de éxito, polémico escritor y cineasta sur-real y/o neo-dadá. Por vía creadora es hermano de Dalí y Ionesco, de Mihura y Breton. Ménage à quatre. Eso por lo menos.

Lo demostró una vez más ayer lunes en Villanueva de los Infantes (Ciudad Real, ¡ah! La Mancha surrealista y, por tanto, quijotesca) al considerar que "la dramaturgia, la sensibilidad, está en crisis" porque "es más fácil tomar tigres que calamares". Fue en una conferencia sobre "Los avatares de la modernidad en el milenio" (¡el milenio! ¡el milenarismo! ¡cojones ya!) en las jornadas literaria Nuevos cauces de la literatura y el arte que organizaba la asociación cultural "Luciérnaga".

A la invitación de esta pequeña entidad respondió por escrito Arrabal: "Encantado por la prestigiosa convocatoria de la Ilustrísima Luciérnaga. Desde París, Fernando Arrabal confirma su asistencia pluscuamperfectamente (en Quevedo y Faustroll) siempre que el dios Pan le preste vida." ¡Qué inaprensible el pequeño dios Pan! El Fauno romano, divinidad de la sexualidad masculina desenfrenada e irascible, peligroso si se le despertaba de sus siestas legendarias. Como a Arrabal, siempre de mala leche si se invaden sus sueños vespertinos y que considera la sexualidad una "perra lúbrica" que nos empuja a "gusanear en relaciones sexuales desprovistas de amor".

Su disertación en Villanueva de los Infantes estuvo precedida por la proyección del documental  El arte de ser Arrabal, que lleva ocho meses en cines de París. En España preferimos Torrente. El cofundador del Movimiento Pánico se definió como el único superviviente de los avatares de la modernidad y aseguró que los dos "fallos más horribles" de su excitante vida habían sido la ocupación del Colegio de España en París e "intentar matar a Franco"

El general gallego hacía honor a ambas cosas y ordenó incluir a Arrabal entre los 5 hombres más peligrosos de España. Esos 5 eran en realidad 4 porque Pasionaria estaba en ese grupo, viuda negra del comunismo, junto al inmortal Carrillo, Líster y El Campesino.

Arrabal aseguró que "vive muy bien" y que "tendría que tener cuatro vidas" para poder hacer frente a todas las invitaciones que tiene en distintos países. Incluso España y Corea del Norte. También confesó que su gran novela, "su libro total" lo publicarán sus herederos, si es que algún día los tiene. "Es mi recuerdo de todo y no puedo publicarla ahora porque son capaces de humillarme con uno de esos premios de pandereta que dan ellos. No quiero recibir dinero ni honores. Quiero recibir el honor de mi amada y de mis amigos..." concluyó.

Su momento de gloria española fue en un programa de TVE en 1989 al que le invitó Sánchez-Dragó. El gran Arrabal lo considera un "instante de transmutación báquica, anárquica y creativa. Un rayo de astrofísica inspiración divina". Una cogorza, vamos. De campeonato y en directo. Sublime.

viernes, 22 de julio de 2011

Pedro Meurice, el león de Oriente

 Publicado en el diario ABC el lunes 25 de julio, Santiago Apóstol

Después de cincuenta años al servicio de los cubanos –de todos, los de dentro y los de fuera–, Pedro Meurice ha dicho adiós. Hasta ayer era arzobispo emérito de Santiago de Cuba, algo que llevaba con paciencia bíblica. Hoy –estoy seguro- sonríe ante Dios con esa timidez tan suya, liberado ya de una misión propia del santo Job: ser cristiano en tiempos de Fidel Castro.
A Meurice, guajiro de pies a cabeza, nunca le interesaron las dignidades o las reverencias. Ni cuando le dieron en Georgetown University el Honoris Causa ni con los rumores que le hacían arzobispo de La Habana y cardenal. Algunos dijeron entonces que no tenía las virtudes de un príncipe de la Iglesia. Tampoco los defectos, añado yo.
Sin embargo, la vida tenía otros planes para un hombre al que la dictadura no pudo doblegar. Quizá su tenacidad mambisa convenció al Espíritu Santo de que sólo él podía estar a la altura de su pueblo. Igual que antes lo estuvieron algunos antecesores, desde Claret a Pérez Serantes, pastor incomprendido. Seguro que algo de eso influyó en Pablo VI cuando eligió a un Meurice de 36 años para encabezar una Iglesia perseguida, pero fiel. A veces, no pocas veces, a pesar de ella misma.
Pedro Meurice, Perucho, nació en San Luís, un pueblecito cercano al santuario de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba a pesar del Partido. En el seminario de El Cobre pasó el final de su infancia y adolescencia. “Allí fui feliz”, confesaba con un susurro. Eran tiempos de esplendor, de bonanza económica, de colegios a rebosar y vocaciones en alza. Un paraíso a la cubana.
Con la mayoría de edad, le mandaron a Europa para estudiar más. Tenía una memoria de elefante. Lo demostró en España, años 50, donde recaló por un tiempo. De sus días en la Madre Patria recuerda con gozo el frío, el vino de Rioja y  los deseos de volver a su isla cuanto antes. Sin embargo, la vida le llevó por otros caminos, caminos que siempre terminan en Roma. La Gregoriana le doctoró con méritos y allí sonó la hora del retorno. En 1958, vísperas revolucionarias, volvió a su tierra, donde transcurrió el tiempo con lentitud caribe. A su paso descubrió que nadie le había preparado para el mundo que le había tocado vivir. Un mundo hostil y ajeno. Una Cuba diferente aunque se llamara igual. Un país del que quisieron arrancar a Dios para plantar a Marx, decapitar a la Iglesia para imponer al Partido, cambiar a Martí por Fidel. No pudieron.
Todo eso se lo explicó Meurice a Juan Pablo II en una homilía histórica. Santiago de Cuba. 24 de enero de 1998. Fue ante medio millón de cubanos y con Raúl Castro presente (y nervioso) mientras el pueblo exigía libertad a gritos. Aún recuerdo al viejo comunista revolverse en la silla cuando el arzobispo contaba con pausa las verdades del barquero: “Los más pobres entre nosotros son aquellos que no disfrutan del don preciado de la libertad”. Después le persiguieron por tener la lengua larga, le apretaron, le aislaron. No pudieron quebrarle.
Más tarde, en otro desafío, se convirtió en el único obispo cubano en acudir a la canonización de Josemaría Escrivá el 6 de octubre de 2002. Fue en Roma y, al terminar la ceremonia, afirmó: "Estar aquí es una caricia de Dios. Ver esta multitud, esta parte del pueblo de Dios dispuesto a vivir de acuerdo a sus mandatos es un milagro. Un regalo".
Pedro Meurice –pastor bueno– ha muerto y, aunque la noche sea larga, él está en paz. Una paz interior que me recuerda el refrán montuno que una vez me dijo: “Nunca está más oscuro que cuando va a amanecer”. Meurice se ha ido y ha elegido Miami para hacerlo. Bonita paradoja. Para él eran cubanos los de aquí y los allá. Todos cubanos. Todos hermanos.
Mi corazón oriental y asturiano no quiere creer que se ha ido. Todavía no. Él está ya para siempre en Cuba, que para él era otra manera de llamar al Cielo. Con todos los cubanos que se fueron y que hoy estarán de fiesta porque uno de los suyos, uno de los mejores, ha entrado por la puerta grande. Firme y protector como una palma real. No se marcha. Ni aunque lo arranquen.
Hasta que salga el sol. 

Necrológica de Manuel Vicent (El País)





miércoles, 20 de julio de 2011

Cassidy-Blackthorn encuentra su destino

Para los amantes de la épica las leyendas del oeste americano siempre son un referente vital. Suelen protagonizarlas tipos duros y solitarios. Vaqueros de almas torturadas, con un pasado oscuro y violento.

Sus nombres son universales (Billy el Niño, Jesse James, Butch Cassidy o Sundance Kid) gracias al cine y la TV. También a la maestría de directores como Ford, Hawks, Leone o Clint Eastwood, director de la imprescindible Sin Perdón/Unforgiven.

Los que crecimos en la década de 1980 recordamos con nostalgia al viejo trampero Zebulón "Zeb" Macahan, de La conquista del oeste, el dramón de Centennial  o el inefable sheriff McCloud por las calles de NYC, un western moderno.

Por eso hay una generación (o dos) de españoles que no deberían perderse la excelente película Blackthorn. Sin destino que acaba de estrenarse. Dirigida por Mateo Gil, es una singular continuación del clásico de los 70 protagonizado por Robert Redford y Paul Newman Dos hombres y un destino.  

Si aquella aventura sobre Butch Cassidy y Sundance Kid terminaba con un plano congelado de los vaqueros a punto de morir en Bolivia, esta nueva película sobre los míticos ladrones profundiza en la vieja teoría de que sólo uno de ellos falleció. El otro, protagonizado por un Sam Shepard extraordinario, habría vivido dos décadas en el altiplano con una falsa identidad. Como secundario de lujo tiene a un Eduardo Noriega brillante (quizá en su mejor papel de los últimos tiempos), que interpreta a un ingeniero español en las minas bolivianas. Ambos personajes son creíbles y su huída actualiza el viejo romanticismo de los perdedores.

La historia es sencilla y poderosa, arropada por unos escenarios increíbles (desierto, altiplano) en los que brilla su director de fotografía, Juan Ruíz Anchía. En el guión de Miguel Barros hay sitio para casi todo: la mentira, el engaño, el humor, la bondad humana o la venganza. Pero lo más importante, una moral basada en la lealtad y la justicia humana

100 minutos del cine de antes. Cine del bueno. Una película para disfrutar.