lunes, 31 de octubre de 2011

Me gusta Halloween


Ya está aquí la fiesta de Halloween, que en los EEUU se vive con una intensidad difícil de compartir. Las casas, las calles, los comercios y la publicidad postal se dedican a la noche de Halloween, que lo inunda todo.

Con cierta morriña recuerdo tal día como hoy en Washington mientras hacía la compra en el supermercado y cómo regalaban calabazas naturales si gastabas más de 100 $. O productos sorprendentes del tipo papel higiénico con esqueletos y fantasmas. En los colegios americanos se habrán hecho estos días desfiles con los niños disfrazados y en Georgetown las fiestas duran todo el fin de semana, proyección incluida de "El Exorcista", que fue rodada en parte en la universidad y su incomparable entorno.

En estos días me han llegado algunos correos previniéndome de que esta fiesta es demoniaca, que ensalza una cultura de la muerte y que descristianiza la sociedad. Tambien la Conferencia Episcopal habrá publicado su tradicional nota preventiva acerca de los efectos negativos de Halloween, con crítica a los padres que permiten que sus hijos se disfracen de vampiros o brujas.

Asi que, como hay opiniones para todos los gustos, voy a dar la mía: la fiesta de Halloween me parece un carnaval en pleno otoño, otra fiesta más en la que gastar dinero y pasar el rato. No veo nada malo en que los niños, sean españoles o americanos, vayan de casa en casa amenazando con el famoso Trick or Treat. Es más, toda esta mascarada es compatible con las creencias cristianas si se le sabe dar la vuelta a la pantomima que se ha inventado a su alrededor.

Por eso muchos niños que van a salir esta noche de lunes a pedir caramelos y pasar algo de miedo. Irán con sus padres por las calles y, unos cuantos, a misa el martes para recordar a todos los santos. Sin más problemas ni excesos.


Los adolescentes y universitarios, por su parte, no necesitan de Halloween para hacer las cosas propias de su edad: beber, salir y explorar los límites que tengan sus reglas sociales o su moral. El que crea en demonios y espíritus estará feliz con el decorado de cartón piedra que se desplegará este fin de semana. El que sólo busque una excusa más para excederse la tendrá a mano.

Lo que me parece sorprendente es que se critique Halloween por ser una fiesta "ajena" a nuestra tradición cultural. No será tan ajena cuando la palabra "Halloween" deriva del del inglés antiguo "All Hallows' Even" (es decir, "Vispera de Todos los Santos", por eso se celebra la noche del 31 de octubre). En cualquier caso, igual de ajena, digo yo, que el turrón navideño (que es un dulce que llevaron los moros a España), las hogueras de San Juan (que festejaban la llegada del verano), las fiestas de la cosecha (con el primer trigo recogido se hacia el pan eucarístico) o los curas casados, como los  que el Papa recibió hace un par de años por estas fechas (Rome Sweet Rome). Laus Deo.

A mí lo que me no parece propio de mi tradición cultural es la sucesión de pelotazos urbanísticos, la corrupción política, el matrimonio gay y las dictaduras. El cristianismo, por el contrario, tuvo desde sus origenes un enorme poder de absorción de las fiestas paganas y uno de sus grandes avances fue la inculturacion, que era la adaptación de las ensenanzas de la Iglesia a sociedades que no conocian a Jesucristo. Recuerdo bien el impacto que me produjo ver en el castillo de San Francisco Javier a la Sagrada Familia con cara de japoneses, pintados en el siglo XIX por encargo de los misioneros jesuitas.

En muchos casos la Iglesia adaptó costumbres ajenas a la fe, pero que servían para explicar las verdades esenciales de los cristianos. Con el paso del tiempo, esas costumbres también influyeron en el cristianismo, que se aceptaron así de modo natural en las zonas de misión.


San Pablo, por ejemplo, fue a predicar a los griegos al areópago y no se quedó esperando a que vinieran a verle al negocio familiar de tiendas para decirles quién era el verdadero Dios. Y los escolásticos no tuvieron problemas en leer y estudiar a autores precristianos como Aristóteles para buscar las semillas de la Verdad que habia en su filosofía.

Por eso, lo que se aparta de la tradición católica es la actitud defensiva que se observa en las declaraciones críticas a Halloween que, nos guste o no, ya es parte de nuestra cultura. Igual que los partidos de la NBA, las hamburguesas,  o el cine de Hollywood. Todo eso convive con nuestros churros, los toros y el 12 de octubre, que tambien se celebra en los EEUU con el nombre de Columbus Day.

Hoy la cultura occidental también se ha globalizado y hay que dar un paso adelante en el diálogo entre la fe y la cultura. Y si dejamos Halloween en manos de iluminados y grandes almacenes (igual que, por ejemplo, se deserta de los Sanfermines), llegará un momento en el que será imposible aprovechar una "tradición" que ya es imparable. Aprovecharla, por ejemplo, para hablar del sentido de vida y de la muerte y de lo que sigue (¡ah! viejas y olvidadas postrimerías). Con espíritu apaciguado y los deberes del alma hechos. Es decir, en Gracia de Dios.

En fin, termino ya, que tengo que enchufar mi Jack-o'-lantern en la ventana y preparar mi disfraz de esqueleto (unico día del año en el que volveré a estar delgado).

viernes, 28 de octubre de 2011

El honor de ser doctores

Ayer se celebró en la Universidad de Navarra la investidura de tres nuevos doctores honoris causa: el pintor hiperrealista español Antonio López; el cardenal húngaro e historiador Péter Erdö y el catedrático estadounidense de la Universidad de Nueva York, Joseph H. Weiler




 

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Es el matrimonio cosa de blancos?

La pregunta del título es incorrecta, suena mal y probablemente sea falsa. Sin embargo, invita a la reflexión. Al menos eso pensó Ralph R. Banks, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Stanford, donde se ha especializado en asuntos relativos a la raza y las desigualdades.

"He escrito este libro para intentar comprender por qué, durante medio siglo, los afroamericanos se han convertido en el grupo social americano que menos se casa y el que más se divorcia".

Ralph R. Banks en Stanford
Según el autor, una de las razones está en el fracaso de los varones negros (1 de cada 10 está en la cárcel y sólo 1 de cada 10 se gradúa en la universidad) y el relativo éxito de las mujeres de esa raza, que son más ambiciosas, más responsables y más aplicadas en sus estudios.

Banks asegura que estamos en la etapa histórica de menos matrimonios entre personas de color, que prácticamente son la mitad que entre blancos. Y agrega que incluso en tiempos de la esclavitud un niño tenía el doble de posibilidades de crecer junto a su padre y madre que en la actualidad.

Un libro interesante que dará que hablar (más información aquí).


martes, 18 de octubre de 2011

Otro mundo es posible

El 20 de noviembre se celebran Elecciones generales en España. Hasta el momento, todos los sondeos otorgan al Partido Popular (liberal conservador) mayoría absoluta (pulse aquí para ver sondeos) y un desfondamiento histórico del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Ambas formaciones son las únicas que pueden aspirar a formar gobierno y, también ambas, han centrado su discurso político en las cuestiones económicas y de empleo.


Sin embargo, hay otros asuntos que merecen ser tenidos en cuenta en el momento de votar. Asuntos donde nos jugamos mucho más que la salida de la crisis.




jueves, 6 de octubre de 2011

Una tarde con Sócrates. Una tarde con Jobs.

Ha fallecido Steve Jobs, emprendedor, inventor y uno de los fundadores de Apple. Si fuera por los políticos y los medios de comunicación hoy mismo lo canonizarían. (¿Santo subito? ¿Santo Job(s)?). Al menos, lo embalsamarían al estilo Lenin y levantarían un mausoleo en Cupertino (CA, EEUU).

Más allá de sus méritos profesionales -que tampoco conozco en detalle- una sola frase de Jobs me cautivó: "I would trade all of my technology for an afternoon with Socrates"(Cambiaría todos mis inventos por pasar una tarde con Sócrates). Esa reflexión fue suficiente para interesarme por él. La publicó Newsweek en 2001.

Por eso publico aquí el Discurso de Graduación que Jobs impartió en Stanford University  el 12 de junio de 2005. Un ejemplo de oratoria, por su sencillez, por su estilo y por su carga emocional. Al final, como decía Pascal, cuanto más talento tiene un hombre, más se inclina a creer en el talento ajeno.

"Me siento honrado de estar con vosotros hoy en esta ceremonia de graduación en una de las mejores universidades del mundo. Yo nunca me licencié. La verdad, esto es lo más cerca que he estado de una graduación universitaria.

Hoy deseo contaros tres historias de mi vida. No es gran cosa. Sólo tres historias. La primera trata de conectar puntos. Me retiré del Reed College a los seis meses y seguí yendo de modo intermitente otros 18 meses más antes de abandonar los estudios. ¿Por qué lo dejé? Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven estudiante de universidad, soltera, que decidió darme en adopción. Ella creía firmemente que debía ser adoptado por estudiantes graduados. Por lo tanto, todo estaba arreglado para que apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su esposa; salvo que cuando nací decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña. De ese modo, mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche preguntándoles: "Tenemos un niño no deseado; ¿lo quieren?". Ellos contestaron: "Por supuesto".

Cuando mi madre biológica se enteró que mi madre nunca se había graduado en la universidad y que mi padre tampoco tenía el graduado escolar se negó a firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo cambió de parecer unos meses más tarde cuando mis padres le prometieron que algún día iría. A los 17 años fui a la universidad. Ingenuamente elegí una casi tan cara como Stanford y todos los ahorros de mis padres, de clase obrera, se fueron en la matrícula. Seis meses después yo no había sido capaz de apreciar el valor de su esfuerzo. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y tampoco sabia si la universidad me ayudaría a deducirlo. Y ahí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Decidi retirarme y confiar en que todo iba a resultar bien. En ese momento fue aterrador, pero mirando hacia atrás es una de las mejores decisiones que he tomado. Prescindí de las clases obligatorias, que no me interesaban, y comencé a asistir irregularmente a las que sí consideraba interesantes.

No todo fue romántico. No tenía dormitorio, dormía en el suelo de las habitaciones de amigos, llevaba botellas de Coca Cola a los depósitos de 5 centavos para comprar comida y caminaba 11 kilómetros, cruzando la ciudad todos los domingos de noche, para conseguir una buena comida a la semana en el templo Hare Krishna. 

Me encantaba. La mayoría de cosas con las que tropecé, siguiendo mi curiosidad e intuición, resultaron ser posteriormente inestimables. Por ejemplo, en ese tiempo Reed College ofrecía quizás la mejor instrucción en caligrafía del país. Todos los afiches, todas las etiquetas de todos los cajones estaban bellamente escritos en caligrafía a mano en todo el campus. Como había abandonado el curso y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender. Aprendí de los tipos serif y san serif, de la variación en el espacio entre las distintas combinaciones de letras, de lo que hace que la gran tipografía sea lo que es. Era artísticamente hermoso, histórico, de una manera en que la ciencia no logra capturar, y lo encontré fascinante.

A priori, nada de esto tenía una aplicación práctica en mi vida. Diez años después, cuando estaba diseñando el primer ordenador Macintosh, todo tuvo sentido para mí. Y todo lo diseñamos en el Mac. Fue el primer ordenador con una bella tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, el Mac nunca habría tenido múltiples tipografías o fuentes proporcionalmente espaciadas. Y como Windows no hizo más que copiar a Mac, es probable que ningún PC la tuviese. Si nunca me hubiera retirado, nunca habría asistido a esa clase de caligrafía, y los ordenadores personales carecerían de la maravillosa tipografía que llevan. Por supuesto era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en la universidad. Sin embargo, fue muy, muy claro mirando hacia el pasado diez años después.

Reitero, no podéis conectar los puntos mirando hacia el futuro; solo podéis conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tenéis que confiar en que los puntos, de alguna manera, se conectarán en vuestro futuro. Tenéis que confiar en algo, lo que sea. Nunca he abandonado esta perspectiva y es la que ha marcado la diferencia en mi vida.

El primer Apple
Wozniak y Jobs
La segunda historia es sobre amor y pérdida. Fui afortunado, porque descubrí pronto lo que quería hacer con mi vida. Woz y yo comenzamos Apple en el garaje de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro y en 10 años Apple había crecido a partir de nosotros dos en un garaje, transformándose en una compañía de 2.000 millones de dólares con más de 4.000 empleados. Hacía poco que habíamos presentado nuestra más grandiosa creación -el Macintosh-, apenas un año antes, y yo acababa de cumplir los 30.

Luego me despidieron. ¿Cómo te pueden despedir de una compañía que fundaste? Bien, debido al crecimiento de Apple contratamos a alguien que pensé que tenía talento para dirigir la compañía conmigo. Los primeros años las cosas marcharon bien. Sin embargo, nuestras visiones del futuro empezaron a desviarse y finalmente tuvimos un encontronazo. Cuando ocurrió, la Dirección lo respaldó a él. De ese modo a los 30 años estaba afuera. Y muy publicitadamente fuera. Había desaparecido aquello que había sido el centro de toda mi vida adulta. Fue devastador. Durante unos cuantos meses no supe qué hacer. Sentía que había decepcionado a la generación anterior de empresarios, que había dejado caer el testigo cuando me lo estaban pasando. 

Me encontré con David Packard y Bob Noyce e intenté disculparme por haberlo echado todo a perder tan estrepitosamente. Fue un absoluto fracaso público e incluso pensaba en alejarme de Silicon Valley [California]. No obstante, poco a poco comencé a entender algo. Todavía amaba lo que hacía. El contrario de lo ocurrido con Apple, en eso no había cambiado ni un milímetro. Había sido rechazado, pero seguía enamorado. Y decidí empezar de nuevo.

Entonces no lo entendí, pero ser despedido de Apple fue lo mejor que podía haberme pasado. La pesadez de tener exito fue reemplazada por la iluminación de ser un principiante otra vez. Me liberó y entré en una de las etapas más creativas de mi vida. 

Durante los siguientes cinco años, fundé una compañia llamada NeXT, otra empresa llamada Pixar, y me enamoré de una asombrosa mujer que se convirtió en mi esposa. Pixar continuó y creó la primera película en el mundo animada por ordenador, Toy Story, y ahora es el estudio de animación de más éxito a nivel mundial. En un notable giro de los hechos, Apple compró NeXT, regresé a Apple y la tecnología que desarrollamos en NeXT constituye el corazón del actual renacimiento de Apple.

Con Laurene tengo una maravillosa familia. Estoy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No perdáis la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tenéis que encontrar lo que amáis. Y eso es tan válido para el trabajo como para el amor. 

El trabajo llenará gran parte de vuestras vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creéis que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que se hace. Si todavía no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os detengáis. Al igual que con los asuntos del corazón, sabréis cuando lo habéis encontrado. Y al igual que cualquier relación importante, mejora con el paso de los años. Así que seguid buscando. Y no os paréis.

La tercera historia es sobre la muerte. Cuando tenía 17 años leí una cita que decía algo parecido a "Si vives cada día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo correcto". Me impresionó y en los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me pregunto: "Si hoy fuera en último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer?" Y cada vez que la respuesta ha sido "no" varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.

Saber que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solo aquello que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu corazón.

Casi un año atrás me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un escáner a las 7:30 de la mañana y claramente mostraba un tumor en el páncreas. ¡Ni sabía lo que era el páncreas! Los doctores me dijeron que era muy probable que fuera un tipo de cáncer incurable y que mis expectativas de vida no superarían los seis meses. El médico me aconsejó irme a casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararte para morir. Significa que, en pocos meses, debes intentar decir a tus hijos todo lo que pensabas decirles en los siguientes 10 años. Significa asegurarte que todo esté amarrado para que sea los más sencillo posible para tu familia. Significa despedirte.

Viví con ese diagnóstico todo el día. Luego por la tarde me hicieron una biopsia en que introdujeron un endoscopio por mi garganta, a través del estómago y mis intestinos, pincharon con una aguja el páncreas y extrajeron unas pocas células del tumor. Estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me contó que cuando examinaron las células en el microscopio, los doctores empezaron a llorar porque descubrieron que era una forma muy rara de cáncer pancreático, curable con cirugía. Me operaron y ahora estoy bien. Es lo más cerca que he estado a la muerte y espero que sea lo más cercano por unas cuantas décadas más.

Al haber vivido esta experiencia, puedo contarla con un poco más de certeza que cuando la muerte era puramente un concepto intelectual: Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo, no quiere morir para llegar allá. La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la muerte es muy probable que sea la mejor invención de la vida. Es su agente de cambio. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo, vosotros sois lo nuevo, pero algún día, no muy lejano, seréis los viejos. Y seréis eliminados. Lamento ser tan trágico, pero es cierto.  

Vuestro tiempo tiene límite, así que no lo perdáis viviendo la vida de otra persona. No os dejéis atrapar por dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas. No permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición, porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo lo demás es secundario.

Cuando era joven, había una asombrosa publicación llamada The Whole Earth Catalog, una de las biblias de mi generación. Fue creada por un tipo llamado Steward Brand no muy lejos de aquí, en Menlo Park, y la creó con un toque poético. Fue a finales de los 60, antes de los ordenadores personales y de la edición mediante microcomputadoras. Se editaba usando máquinas de escribir, tijeras y cámaras Polaroid. Era como Google en tapas de cartulina, 35 años antes de que apareciera Google. Era idealista y rebosante de hermosas herramientas y grandes conceptos. Steward y su equipo publicaron varias ediciones del The Whole Earth Catalog y luego, cuando seguía su curso normal, publicaron la última edición. Fue a mediados de los 70 y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de la última edición, había una fotografía de una carretera en medio del campo a primera hora de la mañana, similar a una en la que estaríais haciendo dedo si fuérais así de aventureros. 

El pie de foto decía: "Seguid hambrientos. Seguid alocados". Fue su mensaje de despedida. Siempre lo he deseado para mí. Y ahora, cuando estáis a punto de graduaros para empezar de nuevo, es lo que os deseo. Seguid hambrientos. Seguid alocados".