martes, 21 de diciembre de 2010

Carrillo, el buen hijo

Carrillo durante la II República
Santiago Carrillo acaba de ser nombrado Hijo predilecto de Gijón, ciudad industrial en la que el anciano comunista nació en 1915. En el barrio obrero de El Llano, para ser exactos, donde también nació mi abuelo Ramón, que más tarde sería panadero y sindicalista de la CNT.

Desde hace años Santiago Carrillo tiene una calle dedicada en Gijón. Nada extraño para esta ciudad, donde también Carlos Marx, La Pasionaria o Bertold Brecht comparten ese honor y hasta una céntrica avenida está dedicada a Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español. Al fin y al cabo, desde el retorno de la democracia es el único que ha gobernado en esa ciudad. Ni la corrupción ni los GAL de los tiempos de Felipe (González) consiguieron hacer mella en el fiel electorado izquierdista, que comicio tras comicio lamina a la torpe derecha asturiana.  

La decisión municipal de anteayer ha levantado pasiones, sobre todo por el respaldo de los concejales del PP (todos menos dos, que no fueron a votar). Al parecer ofrecieron su respaldo a Carrillo a cambio del reconocimiento a Rodrigo Rato como “Hijo adoptivo” por las raíces gijonesas del ex presidente del Fondo Monetario Internacional. Ambas decisiones se tomaron en el mismo pleno y me parecen un acierto, especialmente la de Carrillo por su determinante papel durante la Transición.

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez
Los detractores de Santiago Carrillo han vuelto a recordar su presumible participación –o al menos conocimiento, como Comisionado de Seguridad– en las matanzas de Paracuellos (Madrid) del otoño de 1936, donde los republicanos asesinaron a miles de presos. Sin embargo, este polémico episodio está lejos de ser aclarado y Carrillo nunca ha reconocido su participación en los hechos. Hay historiadores de izquierda, como Santos Juliá o Ian Gibson, que niegan que Carrillo tuviera conocimiento, pero otros, como De la Cierva o Pío Moa, le incriminan, aunque toman como base la famosa “Causa General” que el franquismo abrió contra los republicanos una vez ganada la Guerra Civil.

En cualquier caso, la vida de Santiago Carrillo no se detuvo en 1936 y su periplo por medio mundo (Cuba, Francia, Hungría o la URSS) le confirmó como uno de los líderes del marxismo internacional. Por lo general, dócil a Moscú, hasta que se apartó de esas directrices en 1977 para fundar el Eurocomunismo junto Berlinguer y Marchais, primer intento por democratizar esa ideología y acercarla a las clases medias, naturalmente temerosas de los excesos revolucionarios comunistas.

Fraga y Carrillo en la I Legislatura

Precisamente por su liderazgo en los años de la Transición merece Carrillo el agradecimiento de todos los españoles. Gracias a Carrillo, el PCE participó en 1974 en la trascendental Junta Democrática de España (con el catedrático exiliado antifranquista y miembro del Opus Dei  Rafael Calvo Serer y el notario republicano Antonio García-Trevijano) y en la posterior Platajunta con el PSOE. Gracias a Carrillo los comunistas no se desbocaron después del terrible atentado ultraderechista contra los abogados de Atocha. Y gracias a Carrillo, en fin, el comunismo español aceptó a Juan Carlos I como Jefe del Estado, la bandera nacional roja y gualda (y no la tricolor republicana) y la monarquía constitucional de la que hoy disfrutamos.

Si los españoles somos capaces de aceptar que, por ejemplo, dos ex ministros de Franco como Adolfo Suárez y Manuel Fraga evolucionaran desde posiciones ultramontanas y hoy  reciban merecidos homenajes por su trayectoria politica, bien podremos asumir que Carrillo sea reconocido en su lugar de nacimiento... lo que no equivale a bendecir sus errores, que los tuvo.

4 comentarios:

luis dijo...

Hola Nacho: No me parece bien este reconocimiento. Carrillo, como Secretario de Orden Público, tuvo perfecto conocimiento de las matanzas de Paracuellos y otros lugares del este de Madrid. El supuesto traslado a Valencia de los presos dependía de él.

Suárez y Fraga habrán recibido homenajes, pero no han estado involucrados en hechos tan graves.

Una cosa es la amnistía de 1977, que implicó "pasar página" y otra muy diferente rendirle homenaje.

En otros países, se juzga a la gente por estos hechos.

Nacho Uría dijo...

Luis, te recuerdo que Fraga estuvo participó en Consejos de Ministros donde se ordenó la pena de muerte de presos políticos. Y todavia hoy ciudades y pueblos españolas aún tienes calles dedicadas a militares golpistas que ordenaron ejecuciones en la retaguardia.

No justifico a Carrillo ni a Largo Caballero, Miaja o Líster. Pero Varela, Muñoz Grandes, Moscardó o Aranda también fueron responsables de cientos de muertes. Era una guerra y, como tal, las atrocidades eran lo común.

A Carrillo se le homenajea por su contribución al retorno de las libertades en España, no por los asesinatos de Paracuellos, en los que no se ha podido demostrar su participación. En cualquier caso, como bien dices, la amnistía de 1977 le alcanza, igual que a decenas de oficiales franquistas que en la Guerra Civil (y lo que es peor, en la posguerra) asesinaron impunemente y después llevaron una vida honorable y reconocida durante los caso 40 años de dictadura.

La II República fue un enorme fracaso, pero pique ambas partes se empeñaron en acabar con ella. No había verdaderos demócratas (ni Alcalá Zamora, ni Lerroux y mucho menos Azaña -el que ordenó "disparos a la barriga" en Casas Viejas- o Negrín). Los anarquistas, los socialistas y los comunistas abominaban de la democracia liberal... Igual que Primo de Rivera, Franco, Mola o el conde de Rodezno. Esa fue la tragedia, que se enfrentaron dos totalitarismos.

Anónimo dijo...

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regueira dijo...

Enhorabuena por tu imparcialidad. Las verdades absolutas no existen y los comportamientos 100% modélicos en tiempos de guerra tampoco.