viernes, 18 de febrero de 2011

¿Cuba como Egipto?

 Publicado en Diario de  Burgos, 18.II.2010

Mubarak cayó con estrépito. Millonario y derrotado. Como Batista en 1959. Quizá como el general cubano termine sus días en Marbella, tan querida por los musulmanes, y también le entierren en Madrid. Quién sabe.
La Revolución Blanca de Egipto ha levantado especulaciones sobre Cuba. ¿Es posible una rebelión similar contra los hermanos Castro? Fidel y Raúl tenían una excelente relación con Mubarak, con el que comparten miseria y principios socialistas. Así que no es extraño que el diario Granma apenas haya dedicado al derrocamiento una escueta nota de agencias.
En La Habana estas revueltas populares son temidas por los Castro, que las consideran muy peligrosas por su pacifismo. Su reciente “derrota” ante las Damas de Blanco (las esposas de los presos políticos que se manifestaban por las calles) aún está reciente. Además, el derrocamiento y asesinato en 1989 de su amigo Ceaucescu, dictador comunista rumano, por turbas enfurecidas aún aterroriza a Fidel, que entonces dijo “A mi nunca me cogerán con vida”. La detención y juicio de Saddam Hussein, viejo amigo de los Castro, les confirmó en ese principio. Fidel prefiere a Hitler. Terminar como el Führer, quiero decir: rodeado en su búnker y con un tiro en la cabeza.
Fidel Castro, Saddam Hussein y Raúl Castro
El régimen cubano es más represivo que el egipcio o el iraquí y está respaldado por las Fuerzas Armadas, que controlan los sectores productivos más importantes (comercio minorista, turismo y servicios). Los militares reciben cientos de millones de dólares al año y, si el sistema se hunde, también lo harán sus ingresos.
En Egipto, los militares también poseen empresas, pero la economía no está totalmente en poder del Estado y existe una oposición organizada, ya sea laica o confesional (como los Hermanos Musulmanes). Además, el Ejército ha sido entrenado por los EEUU durante años, lo que ha aumentado su profesionalismo y fidelidad  a la nación por encima del dictador de turno, ya fuera Anwar el-Sadat o Mubarak.
Cuba, por el contrario, es una dictadura de partido único que carece de medios de comunicación independientes y que tiene brigadas y comités de barrio para defender la revolución con uñas y dientes. No se puede salir del país sin permiso del Gobierno. No se pueden organizar manifestaciones. El acceso particular a Internet está perseguido.
Esa es la diferencia más dramática entre Cuba y Egipto. En un informe de Freedom House de 2009 sobre la censura a los medios digitales en el mundo, Egipto ocupó el puesto 45 sobre 100 países, algo inferior a Turquía y por encima de Rusia. Cuba ocupa el lugar 90 y su control es mayor que en Irán o China, mientras que la telefonía móvil es prohibitiva para una población que sobrevive con un salario medio mensual de 13€.
Hace apenas 15 días se filtró en YouTube un video de un seminario militar cubano sobre cómo vencer al enemigo en internet, que es denominada "el campo de batalla permanente". En él, un oficial advierte de los peligros que representan los jóvenes comparten información e intentan organizarse, a los llaman “nueva vanguardia del imperio”. El régimen se preocupa porque la fibra óptica acaba de llegar a la Isla vía Venezuela. El cable lo ha pagado Chávez con el fin de modernizar la capacidad y velocidad de internet del Estado cubano, ahora vía satélite. Oficialmente, se destinará a mejorar la comunicación de universidades, hospitales y centros públicos, aunque obviamente va a multiplicar la capacidad militar y de los servicios de inteligencia, obsesionados con la “disidencia digital”.
Con toda su miseria, en Egipto había espacios de libertad y por eso el pueblo pudo derribar a su amo. En Cuba es imposible.

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