jueves, 14 de enero de 2010

Sabía Latín

Ha muerto Antonio Fontán, maestro de príncipes, políticos y periodistas. Sevillano de nacimiento, de la Sierra de Guadalcanal, casi en Badajoz, fue catedrático de Latín con 26 años. ¡Casi ná!, que diría alguno de sus alumnos granadinos.

Ha fallecido un hombre acostumbrado a ser el primero: el primer decano de la Facultad de Comunicación (entonces Instituto de Periodismo) de la Universidad de Navarra, el primer presidente del Senado tras el retorno de la democracia a España, el fundador de revistas (Nuestro Tiempo, Actualidad Española, Nueva Revista), empresario de la comunicación, senador, ministro, maestro, hombre de bien. Quizá sólo fue el último en una cosa: el último director del Diario Madrid -embrión de la prensa libre en la España de Franco- antes de que lo cerraran por orden del mismo Franco vía Sánchez-Bella. La voladura posterior del edificio se debió a la voracidad constructora española, que en los 70 era insaciable (y sigue igual).

La firma de Fontán está, para siempre, en el original de la Constitución española de 1978, junto al Rey (del que fue profesor) y al presidente del Congreso, Álvarez de Miranda. Su nombre aparece en el selectísmo club del Freedom Press Heroes (el único español que tiene este reconocimiento) que concede el IPI (International Press Institute), quizá la institución más respetada en el mundo del periodismo por su defensa de la libertad de prensa.

Con mucha gracia, Antonio Burgos -que trabajó a las órdenes de Fontán en el Madrid- escribió: "Todos los que ejercemos la bendita libertad de Prensa hoy en España somos un poco nietos naturales de un abuelo soltero".

Con su fallecimiento desparece un gran español, un demócrata auténtico, un cristiano fiel. Porque Fontán siempre, que navegó por las peligrosas y descreídas aguas de la política y el periodismo, llegó a la meta conservando su fe.

¿Cómo lo hizo? Porque sabía Latín.

1 comentario:

Sotogrande dijo...

Buen post.