lunes, 14 de septiembre de 2009

Dignísima Maria

Desde hace unos años –unos cuantos, la verdad– es difícil encontrarse con un niño que tenga síndrome de Down. Antes no, antes podías cruzártelo por la calle, o verle hacer la compra o trabajar como aprendiz en un taller mecánico.

En mis recuerdos hay dos personas con ese trastorno: Pedrito y Quilo. Los dos llegaron a viejos y los dos fueron queridos y hasta “famosos” en su ciudad natal. Pedrito estaba todo el día en un club deportivo –el Grupo Covadonga– haciendo mil recados y encargos. Quilo, que falleció este verano, era el utillero de los equipos del colegio de los jesuitas en Gijón. Si les saludabas por la calle te devolvían el gesto, Pedro con su mirada pícara y Quilo, siempre atareado, con su inolvidable “Tengo muches coses que hacer.”

Los dos tuvieron, a su manera, una vida plena y ambos contaron con el apoyo de una familia que les aceptó al nacer y les quiso al crecer. Por eso, cuando esta primavera nació María y supimos que tenía Down, recordé a Quilo y a Pedrito y me alegré de que llegara a un hogar que iba a luchar por sacarla adelante.

Los padres de María son, en el buen sentido de la palabra, buenos y se oponen a que un niño con síndrome de Down tenga que debe morir antes de nacer. María nació. Con mil dificultades, pero nació. Yo la conocí un 6 de Julio en Pamplona, mientras el cohete de San Fermín estallaba en rojo y blanco. Iba perfecta con su pañuelico, dormida en medio de la algarabía desplegada por sus hermanos y los amigos de sus hermanos.

Tras la comida y el mus reglamentario nos fuimos para casa a continuar la sobremesa. María no dijo ni y sólo se despertó para exigir su biberón. Las navarras son así, exigentes. Con ojos de guardia fronterizo la cuidaban Almudena y Graciela, nueve años como nueve miuras, y en la conversación hablé de Quilo y Pedrito y todos nos reímos con sus ocurrencias. En especial una de Pedro con el nobel Severo Ochoa, que era su tío, y del que rechazaba la paga en pesetas. “Dólares, Severo, quiero dólares”, le decía con astucia de perro viejo.

María murió hace unos pocos días. Tenía el corazón roto y no soportó una operación de once horas que hubiera tumbado al mismo Rafa Nadal. Lo hizo entre oraciones y tubos, lo hizo en paz, la paz que Dios da a los inocentes y a los arrepentidos. Su última batalla la libró en Madrid, acompañada de sus padres y sostenida por unos médicos que lo intentaron todo.

María se fue sin desgarro, en medio de la tristeza de una madre que la llevó con ella nueve meses y que no se rindió nunca. María se fue entre lágrimas, pero sin tragedia. Se fue al Cielo, que es donde están todos los niños, los no nacidos y los recién nacidos. Se fue con toda su dignidad a cuestas. Porque nadie es más digno que otro, ni tiene más derecho a vivir porque esté sano, o sea joven o tenga dinero. María, con su efímero discurrir en el mundo, hizo mucho bien a los que la rodearon.

Sus padres quisieron que naciera y aceptaron con entereza que su tiempo se acabara. “Los hijos no son propiedad de los padres, por eso vienen y se van.”

Dignísima María.



2 comentarios:

Joan Otero dijo...

El cantante y compositor Alejandro Sanz ha editado una página en internet donde sus amigos le envian videos explicando que es para ellos el "paraíso".


Este video es un homenaje a todas las personas anónimas que van creando paraisos en su dia a dia, con ternura, dedicación y mucho amor. También a las personas que encuentran en estos paraisos todo el cariño, apoyo y respeto que necesitan.
Querría que hicieseis llegar este video a miles de personas, sembrando estos valores que, seguro, todos llevamos dentro y que no hemos de comprar.
No hay nombres, porque todos estamos representados. No hay voz, la hemos de poner nosotros. No tiene fecha de inicio ni de caducidad, porque ha de ser una constante en nuestra vida diaria.
Siempre gracias.


Joan Otero
La Salle,14 4-1
43500-TORTOSA (ESPAÑA)
687400959

oterojoan@gmail.com


Pegad el enlace en vuestro buscador.
http://www.youtube.com/watch?v=MFERj8MGSlg

Anónimo dijo...

Qué bonito artículo. Estoy segura de que María, en el porquito tiempo que estuvo en la tierra, dio mucha felicidad a sus padres y hermanos, y ahora desde el cielo intercederá por ellos.