La enciclopedia Larousse nos descubrió que Gómez de
Sin embargo, Gómez de
Ramón es flaco y tenaz como un corredor de maratón y tiene unos ojos grandes y negros que se beben la vida a tragos. Él sabe cuando una señal de tráfico está triste y distingue con rara pericia la lluvia mayúscula de la minúscula. Sus silencios son tan elocuentes como sus preguntas, que llegan de improviso y sin anestesia. Como el que no quiere la cosa. Sobre todo los dilemas teológicos, por ejemplo, quién riñe a Dios cuando hace algo mal o si los ángeles juegan al fútbol mejor que Ronaldinho.
Ahora bien, un solo rasgo le define con rara perfección: su galleguismo, que es el modo sabio y complejo de estar en el mundo que tienen los nacidos al oeste del Cebreiro. Lo curioso es que Ramón sólo tiene genes galaicos por vía materna, aunque son tan potentes que han impregnado toda su vida.
Lo comprobé un domingo ya lejano en el campo de fútbol de El Sadar mientras veíamos un Osasuna-Celta. Nuestros asientos estaban en plena grada rojilla, así que los gritos de ánimo de Ramón al equipo vigués terminaron por agitar a los hinchas locales. “Pero, oye, chaval”, le dijeron con ese estilo seco y directo de los navarros, “¿tú de dónde eres?”. Ramón se quedó callado, mirando sus zapatos mientras le daba vueltas a la pregunta. “¿De dónde soy?”, decía por lo bajo una y otra vez. Entonces se arrancó compostelano y talló en el aire una máxima eterna: “Soy gallego…Creo”.
La capacidad de asombrar la confirmó un poco más tarde, cuando le comentaron “Ramón, dicen por ahí que juegas muy bien al fútbol”. Cualquier otro hubiese contestado “Sí”. O “No”. Eso cualquier otro. Ramón, sin embargo, optó una vez más por la fantasía y, enseñando sus dientes de ratón colorao, dijo “¿Por ahí por dónde?”
Su retranca inesperada alcanzó la cima cuando su padre le afeó que no saludara al entrar en casa. Ramón, con cara de notario, informó de una evidencia desconocida para todos. “Yo siempre saludo, lo que pasa es que lo hago por dentro”. Eso. Por dentro. Y su padre, torpe y cartesiano, sin comprenderlo.
Son las cosas de Ramón, fiel escudero de sus dudas, compatriota de Pablo Diablo y Gerónimo Stilton, el ratón periodista, habitante de un mundo de libros y balones. Voluntario eterno para ver otro partido de Rafa Nadal y capaz de hacerse invisible si hay judías verdes para comer.
Benditos seis años, Ramón.
3 comentarios:
Me a encantado el articulo de ramon,parece mentira como con las palabras eres capaz de sentirlo cerca y conocerlo,de una manera mas profunda,para los que tenemos la suerte de conocer a algun ramon,parecido al que cuentas nos hace impregnarnos de una ternura espacial,tal vez como dice alguien que conozco,las caracteristicas del segundo.
Me lo has hecho sentir tan presente que te animaria a que hicieras lo mismo para algunos que ya se han ido,asi los tendremos con el don de tu palabra mas cerca.
Hey Ho Let's Go.
"The importance of being Ramón", que hubiera dicho nuestro ínclito y nunca bien ponderado, don Ernesto (sic) Wilde.
Dale Ramón, dale Ramón, dale más fuerte... tararín, rarín, rarín...
Viva el Celta manque pierda.
Pues Isa me ha chafado la entrada, sólo me queda felicitar al Sporting por "tamaña hazaña". Mientras el Celtiña de Ramón no sepa "desasirse de las cosas de la tierra" no alcanzará la pureza de conquistar la luz de primera. Y para eso nos quedan años. Dile a Ramón que fiche por el Atlético, que esos sufren como el Celta pero por lo menos son profesionales...
Abrazos segundones
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