Esto de la disciplina me recuerda a los años con los jesuitas, algunos también vascos y amantes de la orden. Hasta un Prefecto de Disciplina había, encargado de ordenar almas, mentes y pupitres, por lo general con buen criterio. Laus Deo. Con los años, el cargo de Prefecto desapareció, pero se quedó en su lugar el Ilmo. y Rvdmo. Hno. Tomás Nistal, S.J., alias El Cebollu, que si su clase se alborotaba, allá por 5º de EGB, decía: "Señores, disciplina". Nosotros a lo nuestro, oyéndole como el que oye el orbayu caer: cerbatanas, collejas por doquier y algún que otro "sábado a las 10" para purgar los pecados de... indisciplina.
Por esos años, también disfruté de esa "noble virtud" en los campamentos del legendario D. Víctor (léase Vítor), párroco de Infiesto, en la maravillosa playa de Poo de Llanes (Asturias de Oviedo). Allí tambíen había "Orden y Disciplina", mérito que se reconocía con un banderín que destacaba al mejor comando del Campamento San Fernando ("¡y nadie más!"). Nosotros, como los vascos, también teníamos comandos, pero incruentos: esa distinción la ganaba los que más colaboraban en la vida diaria, ya fuera pelando patatas o fregando platos. Con dos cojones, para que luego diga la ministra de Igualdad de que los curas no educaban en ídem.
Sin embargo, esto de ETA es otra cosa. Mezquina, putrefacta y devastadora como son todas las del nacional socialismo vasco. A uno de los presos lo expulsan por trabajar en el economato de la cárcel, a otro por pedir el fin de la "lucha armada", a otro quizá por meterse los dedos en la nariz. El objetivo es mantener prietas las filas y reforzar las directrices para 2010, a saber: huelgas de hambre y encierros.
Los encierros, lamentablemente, no serán como los de Pamplona. El estilo etarra es más bien del tipo Ortega Lara, que sí que estuvo encerrado, pero a la fuerza, que es como encierran a los demás.
Si los que se encierran son ellos entonces prefieren alguna eliza con párroco bizcochable, de los que firman manifiestos en contra del obispo y hasta se inventan labores de espionaje e información.
Lo del ayuno voluntario es otro cantar y no de gesta. Ver a un vascón en huelga de hambre es una cosa triste. Privarse de los txuletones, de los pimientos de Gernika bien de sal gorda y del queso de Idiazábal es un pecado capital contra el sentido común y el decálogo de Sabino Arana: el undécimo "No hacer huelgas de hambre". Por eso las de los etarras se sabe cuando empiezan, pero no cuando acaban. En esto tienen que aprender de la señora saharahui, que más bien parecía de Deusto o de Martutene por lo cabezona que se puso
Quieren también los gudariak del EPPK que no se registre a los familiares que vayan a visitar a los presos (con la lima en el bocadillo, como Mortadelo y Filemón) y que a éstos los reagrupen en cárceles de la mítica Euskal Herria. Así podrán jugar al mus a cuatro reyes (y no a ocho, vicio nefando de castellanos viejos), ver los partidos de Athletic en la ETB (ETBestia la llamaba aquel cráneo privilegiado que es Gonzalo de Lucio, bilbotarra y sin embargo amigo) y apostar en las traineras de San Sebastián/Kontxako Estropadak cuando la neska -que también está muy sola- vaya a visitarle.
En fin, lo de siempre. Estalinismo en versión vasca y ganas de tocar los potroak, que como todo el mundo sabe al norte del Ebro, son las narices.
1 comentario:
¡Qué enorme columna, Uría! En esta te sales, de verdad. Verdades como puños y sentido del humor... negro, como los Ducados que fumábamos en Torre.
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