
Ha fallecido un hombre acostumbrado a ser el primero: el primer decano de la Facultad de Comunicación (entonces Instituto de Periodismo) de la Universidad de Navarra, el primer presidente del Senado tras el retorno de la democracia a España, el fundador de revistas (Nuestro Tiempo, Actualidad Española, Nueva Revista), empresario de la comunicación, senador, ministro, maestro, hombre de bien. Quizá sólo fue el último en una cosa: el último director del Diario Madrid -embrión de la prensa libre en la España de Franco- antes de que lo cerraran por orden del mismo Franco vía Sánchez-Bella. La voladura posterior del edificio se debió a la voracidad constructora española, que en los 70 era insaciable (y sigue igual).

Con mucha gracia, Antonio Burgos -que trabajó a las órdenes de Fontán en el Madrid- escribió: "Todos los que ejercemos la bendita libertad de Prensa hoy en España somos un poco nietos naturales de un abuelo soltero".
Con su fallecimiento desparece un gran español, un demócrata auténtico, un cristiano fiel. Porque Fontán siempre, que navegó por las peligrosas y descreídas aguas de la política y el periodismo, llegó a la meta conservando su fe.
¿Cómo lo hizo? Porque sabía Latín.
1 comentario:
Buen post.
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