Resulta que un empresario astuto ha visto un filón en la venta de parcelas del satélite blanco. El ocurrente pájaro, que se llama Daniel Yaron, ha puesto las finquitas lunares al alcance de todas las fortunas y por unos humildes 60 US$ te llevas
En los anuncios de la empresa (www.crazythings.com.il) no se aclara si los terrenos tienen vistas al Mar de
La publicidad tampoco precisa si pueden llegar los de
Superado el primer momento de estupor, a uno le entra la risa floja cuando oye semejantes jaimitadas. Con todo –debo confesarlo– hay un dato en esta historia que no me cuadra, un detallito minúsculo que me hace dudar. Si no fuera por esa minucia me reiría con ganas y lágrimas en los ojos, pero… ¡resulta que el promotor inmobiliario es judío! Y eso, amigo mío, son palabras mayores. Si un judío gasta su dinero en esta ocurrencia es que algo hay.
Digo más. Los primeros 1.000 compradores de los lotes lunares también fueron judíos y todos disponen ya de un certificado de compra con su correspondiente mapa fotográfico del terreno adquirido. Asegura la prensa israelí que el 10% del terreno selenita pertenece ya a los hebreos, así que ya vaticino que
Los vendedores, a estas horas famosos en todo el mundo, ofrecían casi
Lo más increíble de todo es que la venta parece ser legal. La única norma que regulaba estas cosas era un tratado de
Por si no tuviéramos suficiente con judíos y americanos, ahora llegan los chinos y añaden más zozobra. En Pekín, esos amigos de la libertad que son los comunistas amarillos, han prohibido la venta de propiedades porque “violan las leyes chinas sobre compraventas de satélites (¡!) y, además, alteran el orden social y económico”. Eso además.
Releo la información y me pregunto atónito ¿En qué país vivo yo que ha legislado el matrimonio de homosexuales y no me protege contra la especulación espacial? ¿En un país de lunáticos?
4 comentarios:
yo, si no hay campo de golf totalmente antiecológico y despilfarrador, no compro parcela.
Eso si, que me cambien el MacDonals, por un Mesón Ruta Gallega, que es lo que procede.
Que entre que hagan planes por mi, como el de de mandarme a Madagascar o a Treblinka, y que los haga yo mismo, pues oye, que prefiero montármelo a mi aire y largarme voluntariamente a la Luna.
... y sin hay Mesón Ruta Gallega, ni te cuento, joder, ni te cuento.
Veré qué puedo hacer con lo del McDonalds. ¿Vale igual un Prada a Tope? ¿O mejor La Charola in the Moon?
Isaias tiene razón.
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