viernes, 4 de julio de 2008

Carta de un socialista a su hijo

El PSOE (Partido Socialista Obrero Español) celebra este fin de semana su congreso nacional . En él se presentarán las propuestas socialistas para la nueva legislatura. Entre otras, la denominada "extensión de derechos cíviles" (sobre todo, reabrir el debate sobre la eutanasia, iniciativa que no aparece en su programa electoral de hace 3 meses) y la defensa del laicismo.

Es cierto que el PSOE prefiere llamarlo "laicidad". Piensan -lo explicaba hoy su Secretario General parlamentario, Ramón Jauregi, en Onda Cero- que así los españoles serán más libres y ya que no estarán reprimidos por sus creencias religiosas. Por tanto, si España es laica, será moderna y feliz. De modo que propondrán la retirada de los símbolos cristianos y, si se tercia, amenazarán con revisar los acuerdos Iglesia-Estado de 1979.

Nada de esto es nuevo. Más bien es viejo. Por lo menos viene del siglo XIX y me recuerda a Jean Jaurès, profesor en la Universidad de Toulouse y líder indiscutible del Socialismo francés a principios del siglo XX.

Jaurès publicó en L'Humanité una carta dirigida a su hijo ante los ruegos de éste para no estudiar religión católica, ya que el muchacho decía ser "francés y laico hasta la médula". Las palabras de su histórico padre no tienen desperdicio y las reproduzco:

«Querido hijo, me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por actuar de distinta manera que la mayor parte de tus condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de tu padre, hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás.

No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas. Y no lo serían sin un estudio serio de la religión.

Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído a otros compañeros socialistas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo seria completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?

Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender la historia y la civilización de los griegos y de los romanos, y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal según el pensamiento de Rousseau?.

Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.

¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización. Despreciar una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad.

Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple "savoir vivre", hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.

Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan los hechos y el sentido común. Muchos anticatólicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad

Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación».

Poco más hay que añadir. Salvo una cosa: esto sí es verdadera Educación para la ciudadanía.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno... despues de leer la carta... me levanto del piso y digo:

Pero porque no le envian esta carta a Zapaterin... es mas, la carta deberia salir en primera plana de " El Pais " el periodico de mas circulacion en España... si fuesen tan democtaticos y equitativos la publicarian sin tapujos.
No olvidemos que Francia era el pais mas avanzado del mundo hasta 1901 cuando EEUU tomo esa posicion por su pujanza industrial.... mas siempre ha estado colmada de pensadores natos, o donde pensadores natos de otras tierras podian exponer sus ideas sin temor a represalias... que seria de Freud sin un Paris...

Vive La France!

Francisco LLerandi
San Diego, California

Isaías dijo...

La gente lúcida siempre acaba mal. El otro día hablabas del también filosocialista Wilde, hoy del socialista y pacifista Jean Jaures. Jacques Brel le dedicó un pedazo de tema: pourquoi ont-ils tué Jaures? se preguntaba el mítico bélga. Siguen disparando.
Un abrazo.

Isaías

Anónimo dijo...

La carta acaba de citarla el Sr. Osoro, obispo de Valencia.
Al Sr. Osoro se le olvida un pequeño detalle: la historia. La carta de Jean Jaurés fue escrita en el contexto de la III República francesa.
Aquí, en España, no hay clases de religión sino catequesis de una determinada confesión: la católica. Los obispos seleccionan a los profesores; los paga el Estado. Los obispos no renuevan a los profesores; sigue pagando el Estado los despidos improcedentes. Los alumnos no eligen religión; es igual, inventamos una asignatura que los penalice. La iglesia católica sigue sin autofinanciarse; seguimos manteniéndola entre todos los ciudadanos, nos guste o no. Pone usted una X; pero entrega un dinero que no es suyo. Siguen sin cotizar sus impuestos. Y así seguimos.
Incluso aceptando su existencia, dudo mucho que Jean Jaurés pudiera escribir esa carta en este contexto.