Publicado en Nuestro Tiempo, Mayo-Junio 2010

La guerra de Corea no se libró en los años cincuenta. La auténtica guerra de Corea fue el 23 de junio de 2002. A las 8:30 de la mañana para ser exactos.
En aquella batalla lucharon once españoles contra once amarillos. Rectifico: contra once amarillos y un moro vestido de negro que se llamaba Al-Gandhour. Era egipcio e iba armado con un silbato.
El equipo nacional superó la primera fase con tres victorias. En octavos jugamos como siempre y sufrimos como nunca frente a Irlanda, a la que derrotamos en los penaltis. Bye, bye, Shamrock.
Llegó entonces el sábado 23 de junio. España entera madrugó para ver el partido contra Corea, la anfitriona. Dos días antes los orientales habían echado a Italia con la descarada ayuda del árbitro, justa venganza al codazo de Tassotti en 1994. El partido empezó mal, mal, mal. Los coreanos corrían como lo que son y España reculaba atenazada por la maldición de cuartos. Ahí apareció el perverso Al-Gandhour con su música de viento: un fuera de juego imaginario por aquí, una tarjeta absurda por allá… El tipo tenía mala pinta, afán de protagonismo y esa rara habilidad de meterse en todo los charcos.
En la segunda parte Al-Gandhour anuló un gol legal del Pipo Baraja. El público aullaba, España temblaba y el moro afilaba su sable. Llegó la prórroga y apareció Joaquín, perla bética, para centrar sobre la línea de fondo. El balón voló en una parábola perfecta hasta la cabeza de Morientes, que lo clavó en la portería amarilla. ¡Gol¡ ¡Gol de oro! ¡España a semifinales!
De repente, un pitido traidor. Una cuchillada de aire. Un disparo al corazón rojo y gualda. Gol anulado. Tragedia nacional. Ahí se acabó todo. También el tiempo extra, que dio paso a los penaltis, donde perdimos 5-3.
Al-Gandhour sonreía entre los abrazos de sus cómplices (un linier de Uganda y el otro de Trinidad y Tobago, países de gran tradición futbolística). Contra España habían jugado el partido de su vida.
A continuación, las explicaciones de Al-Gandhour y las de José Antonio Camacho, entonces entrenador del equipo español.