Publicado en Diario de Navarra, domingo 23 de enero de 2011
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Entonces el temor a las reacciones árabes forzó a nuestro gobierno a preparar con sigilo el encuentro. Por eso no se firmó en la embajada española, en la que entonces estaba Fernando Schwartz. Pocos días antes habíamos entrado en la CEE y nuestro país andaba de feliz resaca porque, por primera vez, los europeos nos reconocían como iguales. Sin embargo, parte del peaje fue reconocer a Israel, obligación que Felipe González estaba dispuesto a asumir después de que el socialista Shimon Peres llegara al poder.
Pese a toda esta historia, veinticinco años no han servido para que España valore a los israelíes como se merecen. Los judíos son un pueblo único, capaces de retornar a su tierra después de diecinueve siglos de diáspora y transformar un desierto minúsculo de 22.000 km2 en una economía desarrollada. En 1909 fundaron Tel Aviv (hoy patrimonio de la Humanidad por su arquitectura Bauhuaus), en la década de 1920 la Universidad de Jerusalén y ya en 1930 el 40% de la población de la Palestina británica era judía. Pese a todo, en 1948 (y con seis millones de muertos a sus espaldas) aceptaron la creación de un estado palestino propuesto por la ONU. La respuesta musulmana fue la guerra. Y perdieron.
Al repasar todos esos datos me viene a la cabeza la maravillosa crónica de Josep Pla titulada Israel 1957. Aquel reportaje recogía las impresiones de un viajero culto, irónico y profundamente europeo. Pla era un conservador fascinado por la única izquierda civilizada de Oriente Próximo. Su alabanza del Israel socialista de Meir y Ben Gurion tiene valor porque procede de un observador independiente.
Estos días celebramos la firma de un acuerdo diplomático que reparó una injusticia histórica. Por eso quiero acordarme de las sentidas palabras con las que Shimon Peres, entonces primer ministro, recibió a nuestro embajador en Israel: “Bienvenidos, cinco siglos después”.
4 comentarios:
La creación de un estado palestino propuesto por la ONU, al igual que el cumplimiento de los acuerdos de Oslo merecen un estudio más extenso y matizado: como señala la broma gráfica, chiitas, sunitas y otras denominaciones islámicas, al igual que judíos ortodoxos, reformistas, conservadores o sionistas generan un polvorín que un Occidente secular y un sistema democrético cuestionado ayuda a alimentar. Una pena.
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Que extraño tropezarme con blogs de estupidos sefardies que acarician las promesas de su "administración" (adjetivación profusa en la torah para asi dar en el blanco valiéndome del eufemismo)...pero para que perder mi valioso tiempo en discusiones inermes y apocadas...pero no se preocupen si algo nos ha enseñado la historia es que es cíclica (veamos a ver si no eliminan el comentario)
¿Estúpidos sefardíes? ¿La Historia es cíclica? Buf, ¡qué pereza!, ¡que pobreza intelectual y ¡qué sectarismo! Ojalá la Historia sea cíclica y el cristianismo recupere su hegemonía en el norte de África.
Agustín de Hipona
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