Sus admiradores estamos ya tranquilos porque le veremos en el Mundial de Sudáfrica 2010. Como homenaje, este post que recupero.
Hace cuatro años, en un partido Lazio-Milan, la hinchada local colgó en las gradas una pancarta enorme. En ella aparecía un chimpancé con los pies torcidos y un mensaje contundente: “Gattuso desciende de los monos”. Al salir al campo, Gennaro Gattuso, mediocentro milanista, se agarró un enfado bestial. Pero el cartel no fue nada comparado con la crónica del día siguiente: “Un mandril juega al fútbol mejor que él”.
Aunque Gattuso es campeón del mundo y tres veces de Europa, él sabe que sus pies son dos ladrillos. “Yo sólo tengo constancia y ganas de aprender. El único talento que Dios me dio fue no rendirme jamás. Por eso a veces me miro los pies y les digo: ¡Malditos, nunca me dais alegrías!”.
Los amantes del jogo bonito dicen que Gattuso es un insulto al balón. Él está de acuerdo. “Algunos nacen pianistas y otros cargamos el piano. Hay que aceptarlo”. Lo reiteró el pasado Mundial cuando un periodista se atrevió a decirle que había sido el mejor del partido. Cualquier otro habría respondido una simpleza. Gattuso, no. Gattuso ladró: "No empecemos insultando al fútbol".
Gennaro sabe adónde va porque no ha olvidado de dónde viene. “Si naces en Calabria, sueñas con Roma, pero cuando naces en Roma no sueñas con nada”. Gattuso siempre ha soñado, primero con jugar al rugby (algunos piensan que lo ha conseguido, sólo que en un equipo de fútbol) y después con tener novia. “Con 13 ó 14 años, el principal problema era encontrar una muchacha con la que ir al cine. Ahora la juventud sólo quiere juerga. Antes no, antes había respeto. Yo aún cierro la boca cuando mi padre me mira de frente”.
Su padre, Franco, es un tipo curtido y enérgico que jugó en la cuarta división italiana. Ahí acabo su carrera. Por eso, cuando Gennaro tuvo una oferta de 250.000 € anuales del Glasgow Rangers, le dijo que se fuera. Gattuso tenía entonces 17 años y jugaba en un equipo modesto de la serie B. “No hubiese sido correcto rechazar ese contrato, no cuando mi padre ganaba 500 € al mes. Me fui para no hacerle un feo a mi familia”.
Su llegada a Escocia fue dura. Sin sol, sin la mamma y sin hablar inglés. “En mi cabeza sólo existía
Un año más tarde volvió a Italia. El Milan se fijó en él y lo fichó por menos de lo que vale. Las primeras temporadas fueron un desastre porque no ganaron ni un título. Gattuso se sincera y dice: “Pensé que era gafe, pero seguí esforzándome. Como un animal. Es lo único que sé hacer”. Ancellotti, su entrenador, discrepa: “La importancia de Gattuso en el Milan es total. Si Pirlo la pierde, está Gattuso. Si Ronaldinho se lía, llega Gattuso. Si el árbitro se equivoca, le grita Gattuso. Es el alma del equipo, la prueba viviente de que en el fútbol –como en la vida– es posible aprender, progresar y ser feliz”.
Gattuso se enfada y gruñe: “Yo ya era feliz cuando jugaba al fútbol en la playa y vendía pescado en el muelle, cuando iba a los entrenamientos en Vespa. Lo único diferente en mi vida es la cuenta corriente. Ahora gano más en un mes que mi padre en toda su vida. No merezco tanto dinero”. A veces la hombría tiene forma de animal. Sólo la forma.
1 comentario:
Muy buen artículo, Gatusso era uno de los ídolos de mi equipo de futbol.
Publicar un comentario